28/04/2014 10:33:44 p.m.
Pues aquí ando ladrando para no variar,
me siento a todo dar y la vida sigue igual. Paseo en la mañana, tarde y salidas
al pan y extras. Mi padre está contento porque salió en una lista de algo de
sus ondas de escritores. Me alivié con los cuidados de mi buen amigo y padre.
Andamos atrasados porque según le iban a recibir en donde tengo prohibido decir
para ver si trabajaba en una empresa de televisión que fue hoy y que regresa
bien enojado según me enteré, lo recibieron a la hora de la comida y se aventó
una hora sentado esperando que lo recibiera el picudo y ni madres… Ya entró la
censura otra vez. Dice que me avoque a lo mío.
Pues no se que contar mejor, mejor,
mejor invento una historia locochona, perrona y negra.
Había un perro en la colonia Condesa era un perro listo de
ocho años de edad, criollo de mescla que
dominaba lo Labrador,. No usaba correa y era educado.
Su madre era una mujer casi llegando a los cuarenta años un poco pasada de peso
de agradables facciones- Se llama Charly y es victima de zoofilia. Si era uno de los miles de casos de trata
de perros y esta es su historia:
Un día que acompañé a mi padre a casa de
mi Tía Anita Jaramillo y a Tristán perro amigo de la casa. Cuando salimos
fuimos a que mi padre se chingara una paleta de la calle de Laredo que son riquísimas.
Estábamos haciendo cola y que llega Charly y su mamá que enloqueció cuando vio a mi padre y se declaró
su fan, inclusive le invitó la paleta a fuerzas. Cómo soy sociable le empecé a
sacar plática a huevo al congénere y desconfiado contestaba con gruñidos. Mientras
estaban platicando nuestros padres que la señora empieza a oler chido y
miguelito como dice mi papá que me pongo flamenco y dejé al Charly y me arrimé
al olor, ¡Puta madre! Con mi vista de rayos X casi vi los pedazos de gelatina
que estaba produciendo la señora. Mi padre que me conoce y sabe de mis
debilidades, invitándome a que me pegara a las piernas de la señora mientras ensayaba
mirada tierna, pero no, era la maña en toda su extensión. A los segundos estaba
borracho extasiado en un mundo de olor a celo, cuando escuché las risotadas
sordas de Charly. Me valió gorro y los minutos pasaron, ¿yo? atento, oliendo y
recibiendo caricias de la señora. Cuando se terminaron las paletas la mujer
convenció a mi papá que fuéramos a su casa para que le firmara un libro que era
a dos cuadras. Para este tiempo la vagina olía a tres cuadras o estaba
impregnado de las narizotas. El caso que casi se van abrazados cómo si se
conocieran de tiempo. Para esto ya traía el pito que me daba a medio pecho y
empecé a jadear cómo si estuviera planchando
y en la últimas. Charly empezó hablar o a ladrar más bien. ¡Degenerada, puta, inconsciente,
mala madre!, eran las palabras que salían en cascada, yo con el ojo cuadrado. Charly
empezó a contarme que su mamá era ninfómana y que desde cachorro le daba
servicio completo. Mientras avanzábamos íbamos jugando a borrar miadas y el
Charly contaba aberraciones que hasta mí: El perro más dark del Barrio Chino, me
hacía sentir espantado por las declaraciones de la perversión de su madre.
Llegamos a una casa grande y vamos para
adentro el Charly invitó de sus croquetas y agua, mientras nuestros padres
se fueron a la cocina.
Mmmmm Terminé con mis 4800 caracteres,
hasta me pasé. Esto continuará. Lo siento.
“¿Cuantos perros tendrán historias para
contar?”
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