miércoles, 30 de abril de 2014

Un relato negro y perro.






28/04/2014 10:33:44 p.m.
Pues aquí ando ladrando para no variar, me siento a todo dar y la vida sigue igual. Paseo en la mañana, tarde y salidas al pan y extras. Mi padre está contento porque salió en una lista de algo de sus ondas de escritores. Me alivié con los cuidados de mi buen amigo y padre. Andamos atrasados porque según le iban a recibir en donde tengo prohibido decir para ver si trabajaba en una empresa de televisión que fue hoy y que regresa bien enojado según me enteré, lo recibieron a la hora de la comida y se aventó una hora sentado esperando que lo recibiera el picudo y ni madres… Ya entró la censura otra vez. Dice que me avoque a lo mío.
Pues no se que contar mejor, mejor, mejor invento una historia locochona, perrona y negra.
Había un perro en la colonia Condesa era un perro listo de ocho años de edad, criollo de  mescla que dominaba lo Labrador,. No usaba correa y era educado. Su madre era una mujer casi llegando a los cuarenta años un poco pasada de peso de agradables facciones- Se llama Charly y es victima de zoofilia. Si era uno de los miles de casos de trata de perros y esta es su historia:
Un día que acompañé a mi padre a casa de mi Tía Anita Jaramillo y a Tristán perro amigo de la casa. Cuando salimos fuimos a que mi padre se chingara una paleta de la calle de Laredo que son riquísimas. Estábamos haciendo cola y que llega Charly y su mamá que  enloqueció cuando vio a mi padre y se declaró su fan, inclusive le invitó la paleta a fuerzas. Cómo soy sociable le empecé a sacar plática a huevo al congénere y desconfiado contestaba con gruñidos. Mientras estaban platicando nuestros padres que la señora empieza a oler chido y miguelito como dice mi papá que me pongo flamenco y dejé al Charly y me arrimé al olor, ¡Puta madre! Con mi vista de rayos X casi vi los pedazos de gelatina que estaba produciendo la señora. Mi padre que me conoce y sabe de mis debilidades, invitándome a que me pegara a las piernas de la señora mientras ensayaba mirada tierna, pero no, era la maña en toda su extensión. A los segundos estaba borracho extasiado en un mundo de olor a celo, cuando escuché las risotadas sordas de Charly. Me valió gorro y los minutos pasaron, ¿yo? atento, oliendo y recibiendo caricias de la señora. Cuando se terminaron las paletas la mujer convenció a mi papá que fuéramos a su casa para que le firmara un libro que era a dos cuadras. Para este tiempo la vagina olía a tres cuadras o estaba impregnado de las narizotas. El caso que casi se van abrazados cómo si se conocieran de tiempo. Para esto ya traía el pito que me daba a medio pecho y empecé a jadear cómo si estuviera planchando y en la últimas. Charly empezó hablar o a ladrar más bien. ¡Degenerada, puta, inconsciente, mala madre!, eran las palabras que salían en cascada, yo con el ojo cuadrado. Charly empezó a contarme que su mamá era ninfómana y que desde cachorro le daba servicio completo. Mientras avanzábamos íbamos jugando a borrar miadas y el Charly contaba aberraciones que hasta mí: El perro más dark del Barrio Chino, me hacía sentir espantado por las declaraciones de la perversión de su madre.
Llegamos a una casa grande y vamos para adentro el Charly  invitó de sus croquetas y agua, mientras nuestros padres se fueron a la cocina.
Mmmmm Terminé con mis 4800 caracteres, hasta me pasé. Esto continuará. Lo siento.

“¿Cuantos perros tendrán historias para contar?”

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