martes, 6 de mayo de 2014

Segunda parte: Zoofilia en la Condesa. Cuento perro y negro.











30/04/2014 10:48:41 p.m. Dice mi padre que estoy bien pirata, ¿pirata? Dice que los que sean del norte saben que quiere decir esto. Bueno cómo que quiere entrar la censura… Esta vez gané, el derecho a la libre expresión triunfó y cómo dicen en el teatro: Segunda llamada, segunda llamada.
Charly y yo nos echamos enfrente de la puerta, preguntó que si quería que pasáramos para ver cómo se comportaba su madre. Me gustaba ver a mi padre acá felón en el saca- mete-saca. Toda la vida lo he visto planchar. La risa y el olor a pantaleta empapada fueron determinantes. Nos acercamos con paso cansado acá perrón. Parecíamos hermanos y si, el Charly era de esos perros que se dan a querer rápido. Pensaba ir a darme unos jalones de camarones pasados con regla, pero mi amigo iba enseñarme cómo vivía. Para empezar en la puerta había un echadero matrimonial, en las escaleras otro. Subimos había una especie de messanine con una televisión y juego de sala acá picudo de piel. Charly dijo que prendiera mi olfato, de por si me había dado cuenta que olía a puerto pesquero. A lado del sillón más grande había una bolsa de estambre, entre los dos la vaciamos entre risas perronas y no jueguen había juguetes para los dos.
Miré a Charly y la cola bajó gacho estaba tocando con la pata que olía a caca de mi amigo. Nos echamos en la alfombra que estaba a toda madre, me agandallé un pitote que estaba sabroso y a lengüetazo limpio, mientras Charly platicaba que su calvario que empezó cuando cumplió el año. Me contó que su madre se untaba mermelada y el a toda madre hasta que se volvió diabético, dice que no pasan cuatro días que cuando menos le da chupetones y jalones de pirrín todo el tiempo y juegan al papá y mamá seguido… ¡Jesucristo de los perros!
Para esto me estaba dando cuenta que el pobre Charly estaba hundido en el mundo del sexo bi-humano, sin contar que no quitaba la mirada a mi hacedor de perros, dueño de la situación pregunte a boca de jarro: ¿Si le gustaba el chile de perro? De respuesta escuché un aullido nada macho, levantando la cola a todo lo que daba jalando el chimuelo, ¡Chale, hasta Gay! El ambiente lo sentí tenso, sentía que si no cooperaba iba a ver bronca. Decidí por la vía pacifica y abrí una pata para que se sirviera el perro y si, lengua  experimentada con nariz succionadora me llevaron al éxtasis perruno que fue interrumpido pregunté que onda y me dijo que fuéramos al jardín. Pasamos por la cocina y la mamá del Charly estaba dándose unos sentones con remolinos, mi padre ni me peló cuando nos acercamos a ver como andaban.
Doña Braulia estaba en trance con el baile del perrito que se estaba echando fui a sentarme frente a ella para verla, oler y si se animaba me dejaba dar un guaguis. El olor de la cocina con sexo duro y un perro puto viéndome cómo si fuera la última coca del estadio. Total que perdí la cabeza como muchas veces en mi vida y me prendí del papayon de doña Braulia y de paso me lleve entre la lengua los huevos de papi. Gritos y ladridos de todas partes llovieron sobre miguelito… Después, murmuraron, rieron.
Al parecer había roto el encanto del momento, me entró una pinche sed, Charly tenía la cara de herido, desilusionado, celoso, bueno de todo. Mi padre me llamó y preguntó cómo veía a doña Braulia por el tono de voz era la clave de como actuar y fue casi una orden de ataque y sin recato le lamí: Deditos, tobillo, pantorrilla, muslo, rodilla y no me dejó seguir  más pero con risas y eso quería decir que siguiera adelante en segundos estaba tirando piquetes por donde fuera.
Dos coscorrones me volvieron a la realidad y a fuerzas me comporté como perro educado y ya saben Sit. La señora corrió a las escaleras riéndose, mi padre me llamó y me dijo que me iba a rayar, me agarró el pito y se rió con ganas en eso llegó la señora y nos acusó que habíamos revuelto su bolsa de juguetes, mi padre me llamó otra vez y pidió la mano yo educado se la di y que me pone un guante bien chido que me pide la otra y que se la doy.
Doña Braulia tomó mi pitito que lo hace convertible y se prende gacho. La sensación en vez de ser placentera al sentir la succión humana, empecé aullando de dolor. Abandonó su tarea, si yo no aguantaba chupetes, mi padre si, que se voltea y sobres.
Estaba viendo la colota cuando el Charly se acercó y me dijo que le montara. Mi padre llamó mi atención y con eso de: tobillo, muslito, pues me subí y veinte segundos, veinte segundos duró la energía en mi cuerpo.    
Pero no me quedé pegado por lo contrario el pirrín corría como enjabonado a velocidad de mis caderas y que le sigo, Braulita empezó a rugir mi papá se carcajeaba yo a 2500 revoluciones caninas, no manchen sexo canino a toda dimensión y el Charly curándosela gacho.
 ¿Si esto zoofilia o trata de perros?, apuntemeeeeeeeee.
Creo que me van a correr de la sociedad protectora de animales por perro degenerado, pero cómo dice mi padre “Hay que conocer de todo mi hijo”
Dice mi padre que ya estuvo bueno de esta historia negra y perra. Y que está bueno el final: Apuntemeeeeeeeee. 


Bueno pues me despido como siempre: “Un perro cuando escribe, garrapatea lo que quiere" 


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